No intento descubrir a estas alturas al español GUTIÉRREZ SOLANA, sería absurdo y pecaría de una soberbia inaudita, pero sí deseo mostrar el alcance de una admiración entusiasta por el conjunto de una obra genuina, auténtica y plena de verdad.
Este artista -al que podría aplicársele la frase de Leonardo «si el pintor quiere contemplar bellezas es muy dueño de crearlas, y si quiere ver cosas monstruosas y que espanten, o bien bufonescas y risibles o, incluso, conmovedoras, de ellas puede ser señor y dios»- ha sido el creador de una pintura que sume la mirada en temblores desconocidos, que concita imaginaciones en las que la realidad aparece, como nunca, oscura, implacable, vidriosa, ocultando y al mismo tiempo manifestando secretos que bailan y festejan la muerte, la sinrazón, la locura, el tiempo quieto y cerrado.
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