Al español BERNARDO TORRENS los cuerpos le piden la desnudez y la inmovilidad para que el éxtasis místico les llegue con mayor espontaneidad, sin que tengan que esforzarse ni diluirse. Quieren ser carne limpia, sin arrugas, que desprenda espiritualidad porque la negrura ya ha quedado atrás, no es más que un fondo que raya lo invisible.
Y efectivamente, con el arrobo se exterioriza en la piel y en el modelado de las figuras la belleza sin atributos que el artista propone como síntesis de la armonía que debe presidir la ambición de ser y estar.
Las imágenes no confunden ni inspiran desconfianzas, ni tampoco concitan reflexiones, son instantáneas de plasticidad concebida desde una dimensión que nace y se forma a partir de esqueletos, tejidos, sangre, órganos y músculos.
- Y a partir de esa contemplación ascética, hay también sensualidad, voluptuosidad, erotismo, elementos todos ellos que el autor hace integradores y no…
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