Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
THOMAS REHEISSER (1977) / ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ CRECIENDO EN MÍ?
Romántico, decía Carl Schmitt es aquel que de forma «ocasionalista» toma la realidad respectiva como ocasión para desencadenar imaginariamente su propio yo, quizás por el horror vacui, añado, el hastío que crece hasta el horror (Kant), por una existencia vacía de sensaciones en el ánimo.
Así es como el francés REHEISSER pinta la figura humana, en esa oscuridad que la va absorbiendo e inmovilizando conforme ese vació se va adueñando de ella. Cuerpo y carne, en su conformación y texturas, han devorado al alma que queda desaparecido en una nada callada.
Que un artista afronte esta dimensión existencial con un retrato que se multiplica en el interior de un espacio a modo de celda, es una exposición metafórica y alegórica de un ser que nunca ha encontrado su destino por una fatalidad que le ha condenado.