Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Shelley hablaba de las formas que deambulan por las desolaciones del pensamiento, de la lucha de la vida y la muerte. También el dibujo de la italiana BARDAZZI callejea por esos desamparos y hace estragos al impregnarlo de una tintura impactante y tenebrosa.
Hay una perfección en la impiedad con que se deleitan sus imágenes, en la visibilidad infractora que le da una patada a la genealogía del mundo, a una realidad que exhibe una mutilación plástica que pretende regenerar la naturaleza de la mirada, mutarla en su desesperación.
Nos queda la duda de si esa experiencia estética está impulsada por un deseo de compartir la vivencia física que nos muestra en dirección directa a nuestra sensibilidad o como el vuelco imaginario de un pensamiento esclavo de un destino confinado.
El deseo nos somete a la servidumbre de una elección que sin el impulso sensual no habríamos aceptado por nuestra cuenta.
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