Cuando estas nieblas calidóscopicas, que se verán en la galería Richter de Berlín en enero, se crucen entre sinuosas y tensas tonalidades y habiten la mirada, ésta quedará irresuelta y abierta a predicciones, aunque una iluminación delimitada muestra su concreción evolutiva. Y si damos un paso más allá, podríamos decir lo que Nicolás Abraham sostiene, que toda obra de arte simboliza la dialéctica universal de la simbolización misma.
Lo único cierto es que en la poética del hispano-cubano ALARCÓN se expresa un inventario de los deseos, defensas, angustias y fantasías humanas, porque ese producto real externo, que materializa el cumplimiento del deseo propio de la ilusión, provee de ciertas realidades psíquicas internas a todas sus representaciones.
Sus claves, tropicales y expresionistas, tienen el vigor de una biología caribeña, de una historia íntima que él día a día pinta, la fuerza plástica de una conjunción de sueños palpables y hasta aborígenes…
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