Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Escribió Roa Bastos que sólo un gran secreto define y precisa la expresión de un rostro y lo hace a la vez infinitamente cambiante y misterioso. Y añadía que era imposible trazar una imagen que no sea desmentida al instante por la irrealidad del mundo.
Herbert Read hablaba, en referencia a los aspectos universales y personales del arte, del simbólico inconsciente y del estético formal, pero la persona, su acción, su pensamiento, su mirada, es el punto en el que ambos se encuentran y se entienden.
Los rostros del austríaco WACHBERG es el momento de un tiempo, de una cronología que cuando toma una dirección visible ofrece esas facciones entre dimensiones que naufragan entre presagios y presentimientos, entre vicisitudes de vidas y destinos que nos han dejado la desdicha de su conciencia visible.
La memoria del pasado es todo el futuro que nos queda.