Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
El ingenio del artista se agudiza en función de unas experiencias determinadas y al tomar contacto con unos materiales escogidos que tienen un significado concreto en su vida y en su historia.
Para el inglés HURST la escultura es un ser hablante a partir de una configuración que él mismo procesa de cara a la consecución de esa dimensión icónica, que admite una visión hasta humorística de unas vivencias encajadas en su pensamiento.
Es así como tiene la necesidad de ir ensamblando las piezas como si cada fragmento correspondiese a una proyección que todavía está en camino de fraguarse y que no es definitiva hasta el momento final, cuando se materializa en una aparición portadora de memoria y sorpresa.
El límite de la perfección está fuera de nuestro alcance, pero podemos ir acercándonos poco a poco hacia ese borde donde el mundo real termina y comienza otro que no podemos imaginar.