
- Para que no nos apeguemos a la vida -a pesar de que ya nos hayamos ido hace tiempo-, el argentino residente en España SHURENSKY, plasma máscaras de muerte o de locura, así la carne se va desprendiendo del hueso. Los ojos, abiertos o cerrados, ya no ven aunque la tumba no esté lejos.

- Tan fugaz es la visceralidad que se queda impresa, como perenne es la angustia que se ha quedado en la memoria de la tela. Ahora el epitafio está marcado en la piedra y su plástica padece escalofríos en lo más profundo de un vacío sin retorno.

- Cuando su mano blande el cuchillo cromático, la piel tiembla y pide un resplandor propio que no cese a lo largo de su viaje inevitable. Algunas veces la retiene porque no quiere revelar un destino que ha dado tumbos sin acordarse de nada.

- Podemos retocar,
- pero en definitiva lo que queda
- es la forma en que hemos sido retocados.
(José Lezama Lima)