Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
El albaceteño CALLADO, consciente de que no debe contrariarla, hace que la materia sea dúctil, que se deje manipular por su quehacer, que hasta cierto punto vaya siguiendo un espejismo tras otro, que adquiera esa cualidad marina y subacuática, fruto de una experimentación que viene fecundada.
Perspectivas, colores, abismos, con los que percibimos un océano de libertad salvaje y pura, de unas vivencias que desde los roquedales se quieren extender como una evocación del espacio profundo.
Sus propiedades plásticas se hacen visibles como la densidad de una visión que es transparente, sensual, sacralizada por el sentido compartido de una inmersión entre laberintos de un silencio murmurado e irradiado.
Bailar es encontrar la unidad que forman los vivientes y los
muertos.
El que más danza, juega al ajedrez con el rubio Radamanto.