Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Con la llegada del informalismo las cabezas se movieron entre rocas, arenas, lavas, cráneo geológicos, huellas, capas, indagando, caminando de noche y de día a lugares remotos y por superficies de dolor y sangre.
Para el rumano DAMIAN, como para muchos otros, entender esos rastros y estigmas orogénicos y transplantarlos a los espacios que le son ajenos es una prueba magistral de unos logros creativos que fuesen una eternidad tiempo abajo.
Las obras de este autorexigen un estallido y densidad que rebasen la mirada, que se ha de impregnar de esa masa ya fría, petrificada y rebosante de signos tatuados en su piel, acuchillados en sus entrañas hasta que sean señales robadas al dios tiempo.