Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
TRAVIS SOMERVILLE (1963) / LO QUE VES A TU ALREDEDOR
El tratamiento plástico que el americano SOMERVILLE confiere a sus obras es como un collage que arrancase imágenes de un conocimiento y una conciencia sobre lo que nos debe deparar, una vez procesado, el arte.
No mezcla ética con estética, ni se adentra en escenarios tumultuosos, simplemente compendia pluralmente y estilísticamente los impactos biográficos e históricos que se guardan en el pensamiento y que no habían encontrado el momento de salir.
El manejo creativo y cromático es el acorde inteligente a unos significados que implican visiones de presente y hasta de futuro de una humanidad que en su locura se lleva todo por delante, de lo que queda esta huella temporalmente imprevisible.
A menudo, de atardecer acaecido, arrimo la luz a la ventana, y me miro, sostenido por maderas miserables, tendido en la humedad como un ataúd envejecido, entre paredes bruscamente débiles. Sueño, de una ausencia a otra, y a otra distancia, recibido y amargo.