Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
KORA MOYA ROJO (1993) / NO SE PUEDEN QUEDAR EN EL OLVIDO
Nos decía Antal que el reconocimiento de la importancia del desarrollo social y de los diferentes tipos de enfoque para comprender la diversidad de los estilos y su evolución, no acarrea una secundaria estimación de los rasgos formales ni impide disfrutar de su calidad, ni implica que han perdido su valor los resultados ya logrados por la literatura de la historia del arte, utilizando métodos formales.
En su pintura, la española MOYA refleja el despertar de un alba soñada que se va transformado en una pesadilla que parece hilar la muerte. Su sentido plástico y cromático, tan frío y distante, es a la vez tan transparente como un rocío mortecino.
La luz de sus personajes desdeñan el tiempo y lanzan mensajes a través de unos rostros y cuerpos desdeñosos, a los que la vida no les importa, pues ya han vencido y se han recluido en su cielo eterno olvidado.
Cualquier forma es la forma que el Destino, forma de muerte o vida, forma de toma y deja, deja, toma; y es inútil huirla ni buscarla.