Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Se explica que los conceptos deben ser abstraídos del objeto en función de sus exigencias especificas. Pero eso, piensa el estadounidense MILLS, son abusos de una teoría cuyo estudio me dejé por el camino cuando supe qué era para mí la pintura y lo que significaba.
En sus obras no hay originalidad en sí misma sino una cierta paranoia para encontrar un camino desesperado que le lleve a una plástica que contenga y reúna todos los fragmentos en uno, pues son seres que se van deformando y mutando dentro de sí mismos. Al dejar salir unos humores también permiten la entrada de otros mayores.
La gestualidad se detiene en el proceso, se ordena y vuelve a tomar el sendero del delirio. Los colores pastosos, gruesos, intensos, se cruzan en unos trazos que implican desesperación o el abismo que perpetra el futuro.
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