Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
GREGORY AMENOFF (1948) / ESTÁN APARENTEMENTE OCULTAS
Lo han dicho y yo lo repito: lo importante en la pintura no es la esencia, sino su problemática, es decir, los problemas históricos vinculados a ella. ¿Este reduccionismo es coherente o incitante?
El norteamericano AMENOFF concibe, en el planteamiento de sus obras, cuales han de ser las líneas, los volúmenes, los colores, lo biológico y lo telúrico, adelantándose hacia otros confines de la abstracción cuyo significado esté en nuestra mente como en el espacio en el que nos asentamos.
El grosor de sus manchas, meandros y extraños paisajes alimenta una necesidad de percibir la tierra y sus contornos, lo orgánico y su vigor plástico, lo esencial que no deja de serlo aunque venga inflamado desde el fondo de su raíz.