Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Lo más íntimo del arte contemporáneo es su desarrollo, y lo que le impulsa es la contradicción entre su embrujo -resto rudimentario del pasado-, la presencia inmediatamente sensible y el mundo desmitificado en el que existe, en el que no puede renunciar completamente a la magia (Adorno).
En sus obras abstractas, el británico Williams no renuncia a la magia sino que se envuelve en ella para que a través de esa superposición y collages de formas y colores se formen unas anatomías que sean circunvalaciones significantes en el espacio.
La multiplicidad cromática agrega y suma, significa y resuelve, disfraza y reivindica, convierte lo pictórico en ficción y se limita a dejar que lo que está en proceso continúe lo íntimo de un relato que se enganche a una visión con vocación de prolongarse en el tiempo.