OSCAR MURILLO (1986) / EMPONZOÑADAS

  • Vuelvo con Adorno para oírle repetir que si las obras de arte tienen su idea en la vida eterna, sólo pueden llegar a ella por la aniquilación de la vida dentro de ellas y esto mismo se expresa en su propia forma.
  • Pero la obra del colombiano MURILLO está muy viva, pero parece arrastrar la muerte con ella, porque sus rasgos quieren herir, devastar con esos rayos cromáticos densos, agresivos, que nunca dejan de emitir una condena.
  • Se le puede tachar de ser un iniciador final, de perseguir un término mortal, una última sensación de lo que ha simbolizado en el tiempo un estupor pictórico, con el discurso emborronado, rayado, raspado y reprochado.
  • Iré, incierto caminante,
  • llevando a cuestas mi mal;
  • hasta que en tierra distante
  • pose la sien delirante
  • sobre la tumba glacial.
  • (Heine)

Publicado por Goyo

Escritor de arte, coleccionista.

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