Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
RAFAEL LLORENS FERRI (1937) / ¡YA ESTÁ BIEN DE ESCUPIR!
Ante la contemplación de estas obras del alicantino LLORENS tomaré la actitud de Adorno y haré un pacto con ellas, ya sea contra mi voluntad o inconscientemente, porque quiero plegarme a sus pies para que me hablen.
Y hablan, vaya que si hablan, no callan, miran fijamente con desprecio desde sus púlpitos y pedestales, se nutren de su propio espectro, de la impronta plástica que penetra en la visión y no permite desengancharse de ella.
Piezas que retornan a nuestra tradición más ferviente y demoledora, la más clarividente y cruel, la negra y odiosa leyenda que fue y es una realidad con la que nuestra mirada se encuentra a diario, incluso no ceja de acosarnos y amonestarnos por no ser cauce de su furor iconográfico y grotescamente mayestático.