
- El cuadro, señala Carl Einstein, es una contracción, una parada de los procesos psicológicos, una defensa contra la fugacidad del tiempo y, por tanto, un amparo ante la muerte. Se podría hablar de una concentración de sueños.

- Así parece haberlo entendido el americano GÓMEZ, que con su aérografo como instrumento, inflama la pasión de tentarnos a tomar su obra y llevárnosla, porque quisiéramos que esa conmoción plástica mantuviese su materialización en el refugio permanente de nuestra mirada.

- En ese firmamento vertical se suceden espesuras y frondosidades que dejan espacios abiertos, tonalidades que destellan a lo largo de un recorrido de acción y lírica, de sentimiento y visión extasiados, de unas confluencias que están pidiendo no tener fronteras.

Quiero enterrar mis cantares,
quiero enterrar mis ensueños;
y un ataúd voy buscando
donde quepan todos ellos.
(Heine)