Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
KIM EN JOONG (1940) / MIS OJOS NUNCA ESTÁN CERRADOS
La acción del pintor tiende hacia el logro de la obra bajo la presión del ansia y del anhelo, para lo cual se obliga a tomar un vertiginoso e incesantemeditar y trazar.
El coreano JOONG, pleno de ethos y espiritualidad, oficia como un sabio de la luz a la hora de afrontar la consagración de sus espacios con unas nubes sedosas y místicas que enarbolan la propulsión de un hemisferio inhallable.
Con una mágica irisación y relumbre cromático, la ofrenda plástica se hace una realidad sensitiva y voluptuosa, poesía anclada en la sensibilidad de una visión abstracta que es confabulación para la mirada.