Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Sin poder dejar de citar a Adorno, éste señala que las obras se afirman realmente como algo de esencia espiritual aunque ya no se proponga el espíritu como sustancia.
El americano ORTNER materializa hiperrealmente ese espíritu como océano en el que se sustancia la percepción de la vida, el sentido de una naturaleza enigmática que se desboca y quiere salir de esos estrechos límites.
Para el mar sólo es posible la grandiosidad que se contempla como un dios que día a día nos sirve como un imaginario de referencia, como un sentimiento del que emana la fuerza de una inmensidad imposible de aprehender. Así queda de manifiesto en estas sublimes obras.