Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
La china WANG no encarna en el espacio más que lo que necesita para materializar y comunicar las radiaciones de los signos espirituales que le acosan.
Pero es tal la intensidad de sus rayas y emergencias cromáticas que ya no precisa de certidumbres, deja que los pensamientos, las emociones y las pasiones formen su propio entramado e incertidumbre.
Son como aves que vuelan, se entrecruzan, rasgan la oscuridad, inundan todo de luz, se convierten en laberinto de metamorfosis, quieren absorber y transformar lo que les impida llegar a lo que las contempla, las conjura y las hace vivir.