Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
El sudafricano NDZUBE, en su obra, nos descubre unos artificios fulgurantes basados en sus orígenes, en una concepción de la forma y el color que se ajusta a ellos y los reconstruye bajo unas vivencias y una estilística muy personales.
Pero su mundo visual adquiere una seducción inigualable, desde unas duras realidades de partida hay un traslado a confines imaginarios y fantásticos, que son el contrapunto de lo que fue. Su capacidad plástica, pues, le permite generar unas escenas oníricas apasionantes.
Además, su pintura es la base de unas instalaciones que se conjugan y asocian de una manera delirante, incorporando personajes con cabeza o sin cabeza, que vuelan o caminan, que no revelan su identidad porque nunca la han tenido.