
- No hay pérdida, sólo tienes que seguir la dirección, sumirte en su caos, hacer pausas, concretar el punto de la mirada, acercarte y alejarte, hasta tocar y sentir el pálpito de lo que ves.

- Sin embargo, se ha dicho que las obras de arte están completamente mudas y desamparadas ante el ¿para qué todo esto?, ¿sirve para algo?, ¿es necesario?, ante el reproche, en definitiva, de su real falta de objetivos.

- Pero las obras del argentino NOÉ lo desmienten y no paran de medir si estamos a la altura de la dimensión exigida ante su presencia física y espiritual, de su magistral sentido plástico, de sus vivencias cromáticas, formales y esenciales, de su ocupación de un lugar en un mundo proyectado para ellas, teniéndonos como accesorios obligados. Son construcciones que encajan mágicamente en el devenir y en el renovar de una fe en la propia y eterna sensibilidad y creatividad.
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