Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
CALVIN CHIH-HAO TENG (1954) / NO ME IMPORTA QUE MI ESPÍRITU SEA ERRABUNDO
Montañas, cielos, paisajes, nubes, atmósferas, masas esponjosas de texturas con una sosegada impregnación cromática que dibuja poemas en unas estratosferas que se desplazan de manera liviana.
Una pintura con unas señas de identidad muy asiáticas, fruto de una cosmovisión de milenios, en el que juego de luces y sombras confabula el sentir de la vida y el acontecer de la muerte.
La prodigalidad plástica de estas obras enmarca ámbitos de experiencias y vivencias que se dan cuando su presencia visual se impone y hace de su dominio un lirismo con el que existir.
Una angustia,
Un desconsuelo de la epidermis del alma,
Un dejar caer los brazos en el crepúsculo del esfuerzo…