Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Queremos desterrar la fantasía, su relato y su intriga en el mundo actual, no hay tiempo para ir en consecución de ella, la vemos muy lejos, tanto como para no considerarla inspiración y compañía.
Por eso se desdeñan las obras de arte que, a la vez que ofrecen un significado, nos ocultan otro, y por ello son como jeroglíficos o misterios que no nos merece la pena descifrar completamente.
El puertorriqueño Zeno, en su soñadora obra, se atiene a los enigmas más fantásticos que, si se abren mediante añagazas, después se cierran y se niegan a mostrar sus significados porque ellos mismos no se quedan quietos.
Ya no veré mis instintos
en los espejos redondos y alegres de tus dos nalgas.