Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Todas las interpretaciones son posibles excepto las imposibles, pero hay una que señala que el arte ocupa el centro de la existencia porque comunica la materia misma del ser.
En la obra del turco DIRI, las nubes de un lirismo volátil, danzarín, melodioso, se muestran como signos plásticos que han luchado contra la transparencia y han acabado por salir a la luz.
Son entes tenues y sutiles cuyo significado va más allá de la materia que le da cuerpo como huella, que ha quedado inscrita en un espacio que casi ha dejado de serlo para que esté siempre viva.