No siempre arrastramos utopías ni nos cegamos antes ellas, pero cuando lo hacemos quedamos con el espíritu vagando y tratando de descifrar su necesidad o la impostura que supone su realización.
El francés TATIN no dudó, por el contrario, en estructurar tal alucinación exorcizando viejos y nuevos demonios y hechizando los que se ocultaban en mitologías paganas, y cosmogonías y teogonías que entronizaban las creencias ancestrales de un hombre que así educaba su propia barbarie.
Ver la entrada original 6 palabras más