Hay que felicitarse porque la belleza tenga sus propias máscaras de reflexión sobre la vanidad y la soberbia. Que piense con la rabia y el vértigo de su propia extinción.
Hay que felicitarse porque estos retratos sean un principio de negación y no afirmación, porque su fuerte y rugiente cromatismo sea la sincera verdad de lo que es ávido y terrorífico en nuestra sociedad.
Hay que felicitarse que sea un artista zaragozano, MOÑÚ, el que haya creado estos iconos a los que rendir homenaje y oración, un rosario por las ánimas y una extremaunción por si cabe su resurrección.
Alguien tiene en sus ojos esa lenta agonía
del que llora por algo que no tiene remedio.
Alguien vela en su casa la muerte de un pariente.
Alguien que está sentado con luto de silencio.
(Manuel Arce).