- Vamos en fila pero no cabizbajos. En oración para quien quiera vernos así, supervivientes todavía aunque el tiempo se acaba. Con eso no perdemos la plasticidad del exordio que murmuramos. Cuando acabemos seremos simples esfinges.
- Para el ucraniano KRAMER la pintura tiene que estar quieta en ese instante supremo del símbolo de la angustia, de la soledad, de la desolación, pues es su historia, su fe, su destino. Y quizás haya otros misterios, otros horrores que se guarden porque no hay a quien confiarlos.
- En esos personajes, arquetipos de un mismo pueblo, de una misma raza, la convicción es callada, inmóvil, en el silencio de la oración, que a su vez es pensamiento, voz interior que palpita sobre la pintura de la superficie.