Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Ante estas obras del chileno OPAZO pensamos que el arte es un cerebro de miles hallazgos que son refugios metafísicos, existenciales, oníricos, capaces de reflejarnos como seres transparentes a la espera de una nueva dimensión.
Esos cuerpos no llegan a serlo, son simplemente amagos que se han desembarazado de su destino para mutarse en otro que les presta un nuevo lenguaje, una semántica ya más allá de lo deseable.
Las pátinas cromáticas se acoplan e interrelacionan con una sutil levedad que hace todavía más incorpóreas a las figuras con el fin de fraguarlas como espíritus que se encuentran y se despiden.