Como primer punto, estaríamos de acuerdo con Antoni Tàpies cuando dice que en arte, cuando falta el talento, va muy bien esconder las debilidades tras una ideología filosófica o política.
Como segundo punto, afirmamos que a la siria AL HADID no le afecta el primero, porque sus esculturas arquitectónicas son piezas de una singularidad única, probatorias de una visión artística y cultural que nos amplía nuevos horizontes y la medida de una estética que no los tiene.
Esas obras, construidas con elementos de desecho o recogidos de aquí y de allá, llegan a fulminarnos con una concepción imprevista, inédita, inversa, como entes que fraguan y muestran despropósitos de una arquitectura universal, que ya no tienen razón para seguir sirviéndonos.
No sabemos si hay un orden concreto o su mejor cualidad es el que, de haberlo, lo hace antagónico, tanto desde dentro como desde fuera, calibrando a lo humano como un…
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