- La autocrítica frecuentemente ha de imponerte sanciones cuando tu incapacidad te conduce a una fraseología hueca que distorsiona la integridad expresiva de la obra.
Y, sin embargo, con el cántabro SAÉZ no puede ocurrir esto mismo por la razón de que el valor absoluto de la forma y del color, que diría Hans Purrmann, nos hace percibir la tensión que se palpa en esa intensa y degradada coloración figurativa y abstracta, cuyos tintes están íntima y simultáneamente soldados a un proyecto de rescate y sombras.
Las texturas y tramas están como cinceladas, tal que signos de refugios que sirven como sucesores estéticos de las sensibilidades e iconografías de otras épocas, y que ahora devienen retratos de tiempos de hoy, que son de amargura y depresión, y que en sus magmas viscerales conservan desventuras de misceláneas desenfrenadas.
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