la abstracción expresionista, gestual, que chorrea y es lacrimosa, sigue perpetuándose a través de intérpretes que con más o menos talento tratan de conciliar sentimiento y plástica, siendo en uno y otro caso repeticiones que de sustantivas han pasado a ser cansinas.
Bien es verdad que esa profusión polícroma nos atrae por su gran despliegue, por esa aparatosa sintaxis cromática, que sabe rimar con oficio el aparente caos.
La americana RYDER es una de tantas artistas que se desenvuelve a gusto en el desarrollo de esas superficies listas para explotar lo que les echen, al fin y al cabo es una versificación de una paranoia que no encuentra un desahogo más idóneo que el propuesto en estas obras.
Un laberinto que oculta el sentimiento,
una encrucijada de deseos perdidos que se escapan
y un demonio que clama y clama.
(Ana Isabel Serrano)