Especies marinas momificadas, como grabadas en piedra en el fondo de los abismos. Se han quedado allí para recordarnos y que les recordemos, aunque sea a través de sus cortezas, sus texturas como costras, su inmovilidad alada, su cuerpo escamoso.
No es un simple imaginario, y no lo es porque revela una alegoría oculta, ambigua, que el catalán PELEGRÍ se encarga de enriquecerla pero escondiéndola. Vemos un signo de la creación misma, del estrecho vínculo que une toda una cosmovisión, su tiempo inmemorial y un destino inconmensurable.
Por eso señala Lewis Mumford que el arte se convierte en vehículo para la transmisión de una multitud de valores fundados y de significados que brotan de los más íntimo del yo individual. Y añado también lo del yo colectivo.
Los bosques desaparecidos entonan
un himno inmenso y triste, y muertos cielos cantan,
y la luz y los vientos mortales también dejan
su…
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