Decía Lewis Mumford que el arte depende de un rasgo exclusivo del hombre: la capacidad de simbolizar, entendiendo que dentro de ella está justamente la ficción que se encuentra en la obra y que es la que nos fascina.
En la pintura del chileno ROJAS todo es una recreación imaginaria, tanto la figuración de una fantasía estilizada como la brillante partitura cromática, que sin esas huellas, que son el movimiento mismo de la vida, quedarían carentes de significado y misterio.
Incluso esa pátina infantil, ese vocabulario, que desprende su plástica nos introduce, como espectadores, en una acentuación de la visión de una realidad que calca su escenografía de una poesía que siempre está presente, lo mismo en lo sensorial que en el mundo de lo iluso.
El viento del otoño sopla.
Adolescente aún, oigo su música oscura.
Habla su voz como la boca de un muerto,
y yo atónito escucho.
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