Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Por razones de afinidad superando épocas y vivencias plásticas, o por una introspección en que se confunden una y otra obra, lo cierto es que en la exposición en Hong Kong del segoviano ALBERTO REGUERA en homenaje al neerlandés VAN DER NEER (1603-1677), del que toma su luminoso sentido óptico, aflora un sentimiento de la pintura en el tiempo, hasta sentirla como el numen del presente modo contemporáneo.
Ya son muchas veces las que he glosado su trabajo en sus distintas etapas y siempre se destaca esa abstracción cósmica que no para de crecer, que envuelve y se derrama en una generación cromática que enlaza el sueño de la mirada con el acontecer.
La experiencia estética, mediante las texturas, las arrugas, las manchas, la luz, las tonalidades, la pigmentación, conforma una utopía inmaculada basada en el vértigo de entreverarse en ella con la sensación de penetrar en una inmensidad inmóvil e infinita. Una gran obra.