El arte de acción, que también es de provocación, hurga en los recovecos de la condición humana en los que si caemos nos quedan cicatrices. Saca a la luz nuestras fobias, repudios y resentimientos, pero también pone de manifiesto que somos víctimas de una u otra manera. Y por lo visto cada vez hay más.
Para el catalán MONTIJANO, establecidas sus bases de actuación, el tender la soga que nos ahorca cuando nos han dejado desnudos, indefensos y encapuchados y nos llevan al matadero, es una alegoría descarnada. El inconveniente es que de esa metáfora tras metáfora, metamorfosis tras metamorfosis, sus significados derivados quedan opacados inicialmente por ese ritual de desnudismo y aparente ensañamiento.
Es evidente que los aspectos visuales de estos perfomances priorizan ante todo los presupuestos sociales y políticos que tematiza, no batallan con la forma ni con superficies, en todo caso establecen lógicas espectaculares de contexto y…
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