Hay concepciones antropológicas que nunca descansan, su proceso de transformación es ilimitado. Su difusión da lugar a renovados contextos de captar un territorio visual, totémico y amplificador de la creación, soporte de valores humanistas indelebles.
Las esculturas emblemáticas de los hermanos ROSCUBAS concilian un modo histórico e icónico de existencia que preserva la transmisión del pasado con la ficción del futuro.
Están, por supuesto, invadiendo una superficie en las que las criaturas tienen un cerebro que habla en longitudinales de color cuando ya son adultas. Y su visión concita y provoca diálogos a base de introspecciones ópticas, con lo que la mirada entra en el reino de las confesiones posibles e imposibles, lo que confirma lo que ya sabemos: que somos incapaces de no dejar huellas.
Ahora, en el terreno de las confidencias, debería acusarme de que frecuentemente sustituyo la obra de arte por los sentimientos y vivencias suscitadas por…
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