Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
JACQUES ZIMMERMANN (1929) / LA GRANDIOSIDAD DEL VUELO
En el belga ZIMMERMANN la esencia pictórica es una fuente que no para de manar, que se define en miles de formas escurridizas, en signos, en entrelazados de distinta hechura, que conforman una fusión que agranda su dimensión.
La plástica que enarbola es un recipiente que absorbe, se dilata, se despliega en cavilaciones de un fluir que no se deja atrapar, que descarga su síntesis y sintaxis con ansia y luz.
Sus valores cromáticos se proclaman, en su singularidad, como medios de poner ante la mirada una selva indómita y salvaje, que gozan de un son interior que alimenta su sentir jubiloso por ser parte de un espacio que ha dejado de estar vacío.