Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
ALLISON SCHULNIK (1978) / EL SUEÑO SE HA CONVERTIDO EN PESADILLA
No es nada extraño que a la americana SCHULNIK, en el momento en que va procesando su obra, sienta truenos, detonaciones, estallidos que, como final de la fantasmagoría, tiene un doble cometido: pertenecer al miedo que ejecuta y sostener la fantasía que delira.
Con una metodología técnica de su propia cosecha, arte e ilusión son producto de una intuición vulnerada por un instinto de supervivencia a través de la maldición imaginativa.
Nuestras miradas naufragan en sus superficies de cuevas oscuras, iluminadas de vez en cuando para cegar los ojos de la plenitud que se extingue el mismo día en que nace.