La hibridación es un signo de nuestros tiempos, es un recurso que forma parte de la cultura visual contemporánea. La utilizamos como sinónimo de nosotros mismos y ya no nos asusta.
El holandés MANDERS, con sus esculturas, viene a verificar la eficacia de esa hipótesis antes de convertirla en tesis. Y ese esquema clásico dividido, alterado, se hace metáfora y símbolo. Porque demuestra que en esa disecación hay algo que no funciona a nivel de nuestra sociedad, sólo precisamos detenernos ante su prosodia visual.
No es una obra que impacte, su serenidad y estatismo no da para tanto, sus hallazgos son puramente conceptuales dentro de un armazón que siempre nos suena, que identificamos como artificios en sendas de paseo melancólico e introvertido.
Pero la gran verdad, ésa se queda
hasta que el alma silenciosa parta.
(Arturo Capdevila)