Nos llega un mensaje plástico visionario y futurista y lo absorbemos en toda su magnitud, con la esperanza de que reine la piedad y haya acabado la locura asesina y la malicia. Nuestra capacidad visual queda absorta por el hechizo de ese deslumbramiento que concilia rigor, estructura compositiva equilibrada e integrada, envoltura cromática, virtuosismo indeleble, imaginería e ilusionismo.
Mediante la obra de este artista español nuestro imaginario ha dado un paso adelante, aprendiendo a distinguir entre conocimiento, percepción, creatividad, ingenio y clarividencia. Y también asimila que hay dos formas de ver, tal como las explica Gerhard Ulrich, una de ellas fundamentada en el juicio, el sentido de la comparación y el saber; y la otra, liberada de lo anterior, basada en una contemplación libre de prejuicios y convenciones, como si viese por primera vez.
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