Seguramente el chileno NÚÑEZ se sentirá obligado como artista a estar constantemente en acción y en la transformación en un agente activo ante la barbarie que vivió y fue objeto, incluso pensando en que el silencio puede ser también una resistencia activa, lo que no es su caso.
Está claro que su obra, ya sea en una u otra factura, no deja de plantear un canto plástico activo y al mismo tiempo agónico del hombre enfrentado a su propia locura, enjaulado en su descomunal y criminal demencia.
LLegamos a percibir en su imaginería seres desmembrados, manipulados, víctimas, que con esa deformación y descomposición se convierten en una presencia material y delirante de la memoria.
Él mismo, en su visión e introspección, nos lleva a apelar siempre a los más profundos sentimientos, emociones y preocupaciones morales del hombre.
Se ha desatado el viento y el silencio dilata
su memoria entre este manuscrito, que es la vida,
y el sueño de la nada.
(José Ramón Ripoll)
su memoria