- En los orígenes de la Edad Media el gusto del artista se inclinaba a la utilización de todo tipo de figuras híbridas, monstruosas, cuyo sentido se relacionaba con la necesidad de poner en evidencia, hacer patente, todo un universo excepcional, maravilloso o fantástico.
- Si es verdad, entonces, que el monstruo es el modo de sacar a luz lo inusual que estaba oculto, lo que hace la holandesa KEUNING es bajar a las tumbas y resucitarles, invitarles, informarles y dejarles claro que ahora forman parte de un ritual artístico que no hubieran soñado representar cuando estaban vivos.
- Es en estos términos cuando sus instalaciones cobran sentido, al desmitificar nuestros temores de muerte y el que con toda la ironía del mundo nos inviten también a ser cómplices, a familiarizarnos con esa estética de una belleza enfermiza y melancólica. Por tanto, acorde con esa definición de René Huyghe de que el arte es el lenguaje del alma.
Allá van leyes do quieren reyes.