El espacio ha nacido para llenarlo, convertirlo en una infectada colonia de lo que, como espectadores, más nos provoca inhibición. Y es que el suelo ha de descargarse, implorando que la situación significante, en la que estamos inmersos cuando nos adentramos en el cosmos del español MARTY, no nos dé tiempo para pensar, sólo para actuar.
Entonces pareceremos fanáticos sin avisar, sin haber ponderado el culo del mundo y su significación, la estructura biomórfica y su estreno en pantalla grande y con el éxtasis a medida.
A nuestro alrededor, lo que no dejamos de observar, se mueve la realización de un conjuro a modo de palinodia y en la confusión que nos hacemos detallamos la atmósfera de cada ambiente, la dramaturgia o la comedia del acontecimiento y las secuencias que jalonan cada suceso.
Los hechos quedan registrados y a la vista, y las circunstancias se valoran entre momento y momento…
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