Si traspasan el espejo son sombras del recuerdo, si declaman penetran en la mirada y pulsan las letras en el sueño. Calidades frías, casi congeladas que remueven las cenizas de un fuego olvidado.
No sirve de nada huir, el estadounidense GLANTZMAN nos los ha transportado, después ha segregado su viscosa corporeidad, enanizada, disminuida para que su presencia tuviese la deshuesada materialidad de un ámbito desespiritualizado.
Son maneras de crear sin permitir que el artificio vaya más allá de ser un elemento más que absorbe y no califica. Lo esencial ha quedado plasmado aunque sucio, sucinto, con el espectro radiografiado y transmitiendo un sentir pictórico que no está errabundo sino centrado en la máscara.
Es un ir y volver plásticamente hacia lo oculto, lo encerrado sin llave y puertas; un explorar con tiento, a ciegas o con velas de llamas veladas; un viaje sin remisión de la mirada, más vieja y…
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